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Angel Peche
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Obras

DISCURSO DE METAFÍSICA

 PRÓLOGO

 El 2 de febrero de 1686 escribía Leibniz al conde Ernesto de Hesse-Rheinfels que «últimamente» había compuesto (cuando dispuso de unos pocos días) «un pequeño discurso de metafísica» del cual le enviaba un resumen con el ruego de que lo hiciera conocer a Arnauld. Nueve años después, en la Introducción a su Nuevo sistema de la naturaleza y de la comunicación de las sustancias (en el Journal des Savants, junio- julio de 1695), dice: «Concebí este sistema hace algunos años...»; y en la réplica a las objeciones que Foucher le hiciera en la misma revista (12 de septiembre de 1695), publicada en abril de 1696, aludía Leibniz al nonumque prematurin annum de Horacio.

Por otra parte, en mayo de 1697, después de referirse a las dudas y vacilaciones de sus primeros tiempos, declaraba a Burnett que se hallaba satisfecho desde hacía doce años. De estos datos podemos colegir que el sistema filosófico de Leibniz se concibió en su forma definitiva durante el invierno de 1685 a 1686, tras un período de gestación en el que se fueron estructurando las varias directivas filosóficas que en el siglo XVII constituían los elementos activos de la construcción racional del mundo.

El Discurso de metafísica es la expresión abreviada, pero completa, de aquella primera intuición de Dios del universo y del hombre que había de ser decisiva en sus rasgos esenciales. De ahí su valor extraordinario como obra representativa. Se suele afirmar que Leibniz escribió el Discurso para Arnauld, y no es esto exacto .La realidad es que lo compuso cuando logró sistematizar el inmenso bagaje de sus preocupaciones intelectuales, pues Leibniz fue uno de los espíritus más fecundos, profundos y omnicomprensivos de la nueva Europa: filósofo, matemático, teólogo, investigador de la naturaleza, historiador, filólogo y jurista. Su filosofía intenta conjugar armónicamente la idea de la absoluta racionalidad del mundo, la universalidad y la individualidad autónoma, la armonía perfecta de todas las cosas, la infinitud cuantitativa y cualitativa del universo, la hipótesis de la explicación mecánica de la naturaleza.

 Pero al mismo tiempo, no fue Leibniz el filósofo solitario que, como Spinoza, consume su filosofaren el aislamiento, sino que trató de influir sobre los príncipes con el noble propósito de conciliar todas las disparidades en un limitado progreso de la cultura. Una de sus ambiciones fue la de unificar nuevamente las iglesias, divididas por la reforma; y para de-mostrar que es posible hallar una teología filosófica que también los católicos pueden admitir, envió el sumario de su escrito al influyente teólogo (jansenista) Arnauld por mediación del conde de Hesse-Rheinfels, católico y amigo común de ambos. Pero Arnauld no consideró aceptable el contenido del

Discurso

De Leibniz y rechazó especialmente el párrafo 13, por estimar que comprometía el libre albedrío del hombre. Leibniz respondió en una serie de cartas, correspondidas por Arnauld, que llegaron a ser más conocidas que el propio Discurso y que duraron hasta marzo de 1690.

 

PROFESIÓN DE FE DEL FILÓSOFO

 PRÓLOGO

 La personalidad arrolladora de Leibniz trasciende, sin duda y con mucho, los límites de una breve Nota Preliminar como ésta. Y más aún casi cuando se trata de pre-sentar una de sus obras más relativamente primitivas, de los años en que su pensamiento se estaba fraguando aún, porque parece hacerse indispensable una formulación, aunque sea muy sumaria, de los pasos finales de las teorías que se esbozan. Estos son los pasos que pretendemos dar aquí. Un esbozo biográfico, seguido de otro acerca de su personalidad total. Un análisis de la obra que se ha traducido y se presenta en esta colección. Yuna proyección de las ideas de la misma en el cuerpo total y último del pensamiento leibniziano, en el estado en que nos lo dejó Leibniz al momento de morir. Gottfried Wilhelm Leibniz nació en Leipzig en 1646. A los quince años está estudiando ya a fondo la metafísica escolar de origen escolástico que se enseña en la Universidad de su ciudad natal. Va luego a Jena, donde estudia, con E. Weigel, la física moderna de orientación mecanicista. A los diecisiete años escribe su obra.

 De principio individui, que señala un como leitmotiv de toda su ulterior labor filosófica, el interés por salvar lo individual del caos panteístico en que lo sumía la filosofía de Spinoza .A los veinte años es promovido al grado de Doctor Iuris en Altdorf. Se le ofrece una cátedra en esa Universidad; pero renuncia a ella y consigue entrar al servicio del príncipe elector de Maguncia, Juan Felipe Schönborn. Esto significa su vinculación directa a la vida cultural y política de su época.

 En París, descubre el cálculo infinitesimal, descubierto también independientemente por Newton. Leibniz no sabía nada de los trabajos de este último. Su escrito se publicó en 1684, mientras que el de Newton no apareció hasta 1687. Con este motivo, y a raíz de la prioridad del hallazgo, surgió una contienda un tanto desagradable. En 1676 viaja por Holanda y visita a Spinoza. Y algo más tarde, aunque en este mismo año, figura como bibliotecario y consejero al servicio de la Corte de Hannover.

 En los últimos años, empero, sus relaciones con la corte se fueron enfriando y, en 1716, al morir, se encontraba solo, dejando tras sí una obra enorme, pero dispersa e inacabada.
Este sumario esbozo biográfico deja traslucir sin duda ya mucho acerca de su vigorosa personalidad.

Desde el punto de vista de la historia de la filosofía, el mejor ángulo desde el cual poder juzgarle es un breve párrafo de su carta de 10 de enero de 1714 a Rémond: «En todo tiempo me ocupé de descubrir la verdad que se halla soterrada y dispersa en las diversas sectas filosóficas y de juntarla consigo misma Leibniz fue realmente un espíritu universal, para quien no existía campo de saber que no provocara sus desvelos más íntimos y desinteresados. Ya hemos dicho cómo descubrió el cálculo infinitesimal en el campo de la matemática. En el de la física, fue el primero en formular la ley de la conservación de la energía. La Lógica lo cuenta entre los fundadores de la Logística. En sicología descubre el inconsciente.